04-12-2015, 13:21
Como estaba previsto, la exposición de los datos fisiológicos de Chris Froome en una publicación británica no ha sido suficiente para convencer a quienes sospechan que el rendimiento del doble vencedor del Tour de Francia -y de su última edición- es el resultado de un motor trucado. Para defender su limpieza, tras las acusaciones recibidas en la ruta francesa, el corredor aceptó someterse a pruebas en el Laboratorio de Rendimiento Humano de la farmacéutica Glaxo Smith Kline (GSK). Fue el 20 de agosto, varias semanas después de desfilar vestido de amarillo en los Campos Elíseos y dos días antes de presentarse en la salida de la Vuelta a España en Puerto Banús.
![[Imagen: 1449220308_extras_noticia_foton_7_1.jpg]](http://estaticos01.marca.com/imagenes/2015/12/04/ciclismo/tour_francia/1449220308_extras_noticia_foton_7_1.jpg)
Para resumir, según los datos aportados por el laboratorio, publicados por Esquire UK, el motor de Froome no ha sufrido alteraciones fundamentales desde que fue sometido a otras pruebas de esfuerzo en el laboratorio de Lausana en 2007, cuando se entrenaba en el UCI World Cycling Centre en la sede de la Unión Ciclista Internacional. Lo que más varía es el peso del corredor, que al bajar drásticamente ha multiplicado su rendimiento. Sin hablar de la enfermedad parasitaria que terminó de controlar por completo en 2013.
Al hacerse el test en Londres pesaba casi tres kilos más que cuando peleó por el Tour un mes antes. De 67 kilogramos a 69,9, según el informe. Ocho años antes, en Lausana, la báscula le daba 75,6 kilogramos y un índice de grasa corporal superior al 16%. Y sin embargo, los resultados de aquellos tests eran entonces muy parecidos a los de este año: un consumo de oxígeno (VO2 max) de 80,2 mililitros frente a los 84,6 del pasado agosto, que traducidos a su peso-Tour de unas semanas antes alcanzaría los 88.2, lejos de los registros de otros vencedores del Tour de Francia en el pasado, superiores a los 90 mililitros.
El dato del consumo de oxígeno se combina con la liberación de potencia, máxima y sostenida, del atleta para dilucidar si hay algo extraño en su rendimiento. Si en 2007, con 22 años, Chris Froome conseguía 540 vatios en el laboratorio de Lausana, este año sólo llegaba a los 525 como máximo; el resultado entre los 20 y los 40 minutos de esfuerzo daba 420 vatios por los 419 arrojados en el laboratorio londinense. En cuanto a los vatios por kilogramo de peso, Froome ha pasado de los 55,5 de 2007 a los 5,99 de Lausana y a los 6,25 del Tour 2015. Cuestión de peso, según los analistas de Froome, que desechan la opinión generalizada de que a partir de 6 vatios por kilogramo un atleta es sospechoso de haber sobrepasado los límites humanos.
El informe del laboratorio de Londres también ofrece datos de dos análisis de sangre, uno tomado en la primera jornada de descanso del Tour, en Pau, justo 24 horas antes de su estocada en La-Pierre-Saint-Martin, y otro el 20 de agosto en el laboratorio de la GSK. 15,3 gramos por litro de hemoglobina en julio (0,72% de glóbulos rojos inmaduros) y 15,3 gramos también, pero con 0,96% de inmaduros, en agosto. Lo cual indica valores normales en plena competición y en periodo de recuperación y entrenamiento.
Como explica Eddy Merckx en una entrevista que hoy mismo publica el diario holandés Telegraaf, "no se puede probar que estás limpio". Froome lo intenta y al mítico Canibal lo tiene convencido. "Creo que los Sky van limpios, [las acusaciones] son celos [de los franceses]". Pero el grupo que sospecha será todavía numeroso.
