20-05-2016, 14:58
![[Imagen: giro-e1463731971398-1.jpg?fit=850%2C532]](http://i1.wp.com/elojodelgregario.com/wp-content/uploads/2016/05/giro-e1463731971398-1.jpg?fit=850%2C532)
Allá, donde el oxígeno escasea, es donde suelen nacer los campeones. En las circunstancias más adversas, cuando el aire se hace menos respirable y la consciencia se entumece, es donde los elegidos dejan una huella que permanece en el tiempo. El Giro de Italia, a diferencia de la mayoría de las carreras, es un vehículo para llegar al Olimpo a través de unas pocas puertas en forma de cumbres heladas que comunican dos mundos, el terreno y el divino; dos mundos casi siempre fundidos de manera engañosa en la mayoría de las pruebas pero que, en contadas ocasiones, se separan por gracia de las orografías más quebradas dejando, para la mayoría de los mortales, la complacencia de lo mundano y reservando, para los escogidos, el regalo de la gloria.
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Diego Ruiz de la Peña Ruiz
El Ojo del Gregario
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